martes, 28 de febrero de 2012

Tempus Fugit

Me quedan dos meses para dar un nuevo giro de 180 grados. Terminará mi etapa "en el extranjero" y volveré "a casa". No puedo creer que el tiempo haya pasado tan rápido; parece que fue ayer cuando llegué a esta ciudad y no pude evitar llorar al pensar que estaría aquí sola durante siete largos meses... Y ya casi es tiempo de volver a hacer las maletas e irme. ¡Alucinante!

A mi alrededor todos tienen la misma pregunta: ¿y ahora qué vas a hacer?. ¡Ni que tuviera una bola mágica para saberlo! No podemos vivir con una hoja de ruta con todos nuestros movimientos previamente marcados; hay ocasiones en las que simplemente nos dejamos llevar o sorprender por los acontecimientos. Mayo será una de esas ocasiones. Haré las maletas para volver a España y una vez allí, ya se verá. Contrariamente a lo que tiende a pensar la gente, no depende de mí directamente lo que haga con mi vida; no se trata de elegir una carrera y de tener una nota para acceder a ella, se trata de encontrar trabajo, y ahí, por mucho que yo quiera, no puede depender exclusivamente de mí. ¡Qué más quisiera yo!

Al final me va a terminar enganchando esto de ir quemando etapas y dando giros extraños... Resulta incluso divertido ver cómo en unas horas puede llegar a cambiar todo. ¿Me cansaré algún día de ir de un lado a otro cual caracol con su casa a cuestas? Espero que si he de cansarme sea por haber encontrado el sitio adecuado para quedarme... Pero me siento bastante lejos de ese momento, todo sea dicho...

viernes, 17 de febrero de 2012

Series infantiles

En estos últimos días he tenido la oportunidad de recordar varias series que marcaron mi infancia; cada una a su manera tuvo su influencia en mí.

Recuerdo levantarme todas las mañanas a ver Dragon Ball y flipar en colores con cada onda vital. ¡Quién fuera Goku y pudiera cargarse a los malos!

Chicho Terremoto era una de las más graciosas. Me hacía una gracia increíble la cara que ponía cuando veía las braguitas de Rosa.

Oliver y Benji me emocionaban; el desarrollo de cada partido hacía que tuviera un nudo en el estómago esperando que ganara el equipo de Oliver Atom.

Con Heidi lloré cuando se la llevaron a Frankfurt separándola de su abuelo. Lloré también cuando se murió el burrito de Marco.

Pippi Langstrumpf me hizo soñar con la libertad de tener una casa para mí sola en la que llenar todo el suelo de galletas recién horneadas. ¡Además tenía monedas de oro que todo lo pagaban y le seguían sobrando!

Punky Brewster me parecía una niña muy especial y me encantaba la independencia que mostraba al ir con una zapatilla de cada color y con cintas de colores en el pelo... ¡No le importaba lo que pudieran pensar de ella!

Los Pitufos me hacían reír y no podía evitar mirar a Gargamel con un poco de miedo... ¡Era demasiado malvado!

Los Mummins también me gustaban, eran unos ¿hipopótamos? muy dicharacheros que se unían en contra de ¿la nube malvada?. Tengo pendiente ir a visitar la "Ciudad Mummin" en Finlandia. ¡Algún día!

Los Gnomos también tenían su encanto. Recuerdo la relación de esos personajitos con los animales, cómo se ayudaban entre sí cuando estaban en apuros.


Y seguramente si sigo pensando recordaré más dibus que me permitieron evadirme en mi infancia...

domingo, 12 de febrero de 2012

Ver nevar

Siempre me había gustado la nieve. La conocí siendo aún un bebé, en Navidades, en casa de mi abuelo, en pleno corazón de los Pirineos. Con tres añitos tuve mis primeros esquís y recuerdo deslizarme enganchada a las piernas de mi padre por la pequeña pendiente del jardín de mi abuelo. Recuerdo ese miedo, ese vértigo ante la velocidad. Con el paso de los años me fui alejando de la nieve poco a poco. Menos viajes a Francia en Navidad, menos viajes a Sierra Nevada por culpa del aumento de los precios y al final, olvidé prácticamente lo que se siente al verse rodeado de nieve.

Hasta este año. Esta Navidad pasada estuve en casa de mi abuelo y atravesé ese jardín completamente nevado, hundiendo mis botas y dejando mis huellas conforme pasaba. Por un momento pensé preguntarle a mi abuelo si seguía teniendo aquél trineo de madera que usaba cuando era pequeña. Finalmente, no lo hice.

Y hoy, en una de las veces que he mirado esta triste ciudad por la ventana, he visto cómo caían unos pequeños copitos de nieve y he sentido de nuevo ese placer al verla. Siempre he asociado la nieve a la felicidad por los buenos recuerdos que guardo de ella. Y al ver caer estos copitos hoy, me he estremecido al recordar diversas situaciones de mi pasado en las que disfruté cual pequeñaja en la nieve.

Recuerdo una bajada en una pista "ilegal" en el Pirineo Español (la pista estaba cerrada pero como mi padre la conocía dijo que no había peligro y allí que nos metimos) . Era un paisaje increíble, con árboles a ambos lados y un riachuelo precioso. Fue todo genial hasta que el riachuelo atravesó la pista por la mitad haciendo imposible continuar la bajada. Se podía saltar (poco viable ya que yo tendría siete u ocho años y no quería terminar lesionada) o volver a subir toda la pista con los esquís a cuestas. Finalmente, elegimos la segunda opción. Y aunque este incidente no fue todo lo gracioso que lo pinto ahora, guardo un muy buen recuerdo de aquel día debido a la belleza de aquel paisaje.

¡Que siga nevando!

miércoles, 8 de febrero de 2012

Nada como ser feliz ...

Y levantarse cada mañana con una sonrisa, pensando que la vida merece la pena.
Y pensar en esas conexiones especiales que nos hacen sentir bien, en esas conversaciones hasta las cinco de la madrugada donde la batalla la ganan nuestras voces y no el sueño, donde te das cuenta de que hay una persona al otro lado que te escucha, que te comprende y que pase lo que pase va a estar ahí.
Y recibir un SMS que te saca una sonrisa con solo ver el remitente...
Y acudir al trabajo sabiendo que sólo quedan tres meses para que haya pasado a la historia, y disfrutar cada hora sabiendo que es una menos...

Soy extrañamente feliz. Desde mi último post ha pasado un mes donde afirmo haber vivido (y seguir viviendo) en los mundos de Yupi. Aún habiendo días de mierda donde todo sale mal, todo se termina arreglando y siempre logro dormirme con una sonrisa.

¡Parece que el 2012 está siendo mi año! Cruzaré los dedos porque siga siendo así y sobre todo sonreiré cada mañana para no olvidar lo feliz que me siento.