Como todos sabemos, vivimos en una sociedad en la que lo único importante parecer ser el consumo. Y hoy, 31 de octubre de 2010, he visto en vivo y en directo el consumismo más bárbaro jamás visto hasta ahora.
A la una de la tarde he ido a Carrefour a hacer la compra del mes (es decir, sólo he comprado cosas estrictamente necesarias de comida). Y, cuál ha sido mi sorpresa al tener que aparcar allá en los confines del inmenso aparcamiento. Superada la primera impresión he entrado en el hipermercado lista para verlo abarrotado. Pero, cuál ha sido mi sorpresa, al ver casi más carros que personas. No exagero si digo que había múltiples parejas que llevaban dos carros llenos a rebosar de miles de chuminadas varias (léase, cosas no necesarias).
Pues bien, allí que fui, a adentrarme en los pasillos para comprar cuanto necesitaba. Y, conforme iba sorteando carros para llegar a mi destino, veía turrones, ropa interior de Halloween, gambones de oferta y millones de juguetes de todos los colores y tamaños. Y yo, tonta de mí, pensaba que Carrefour se había adelantado demasiado. Craso error: al mirar los carros, iban repletitos de juguetes y de accesorios navideños. Y no es que hubiera una Barbie y un Gormiti, no, había (y no exagero, que conste): el barco de Pin y Pon, 3 o 4 muñecos de Gormiti, un perro de peluche, 2 o 3 Barbies, un enorme juego de experimentos ("Quimicefa" moderno), y varias chuminadas más. Y, ahora vamos con lo gracioso, ¡el importe de la compra! La señora que me precedía a la hora de pagar gastó 270 euros en el carro de juguetes. Y después seguro que tiene los santos ovarios de quejarse de la crisis. Y ahora voy yo con mis deducciones. Si las familias de hoy tienen niño y medio de media (pongamos que esta señora tuviera dos), el importe del carro sería dividido entre dos: 270/2= 135 euros por niño. Vamos, que el que tenga cuatro críos ya puede dejarse todo el sueldo del mes en regalos.
Y ahora vamos a lo importante. De todos esos juguetes, ¿cuántos apreciará realmente el niño? ¿uno, dos, ninguno? Un niño inundado por una marea de juguetes es incapaz de jugar con todos o de recordar si los tiene. Y mucho menos, es capaz de apreciarlos y entender el valor que tienen (135 euros, para ser exactos).
¿Qué es entonces lo importante? ¿Regalarle al niño muchos juguetes para que sus amiguitos piensen que qué padres más ricos tiene? o ¿dedicar una horita diaria a jugar con el niño y con un par de juguetes sólo? Se ve que desgraciadamente hoy, lo más importante es lo primero. El aparentar que uno es más que los demás: que tiene un coche más potente, un chalet en la plata a parte del piso en la ciudad, y un niño que no es capaz de contar sus propios juguetes de la gran cantidad que tiene.
Y así se ve que estamos educando a las generaciones futuras: "consume consume consume", sólo así podrás ser feliz y podrás seguir consumiendo. Qué modelo de sociedad más absurdo...